Durante años, los científicos han trabajado en fármacos para inhibir una enzima peligrosa del cerebro.

El fármaco se llama G-C-P-2, que aumenta en accidentes cerebrovasculares y disfunciones neurológicas.

"El problema ha sido que hemos desarrollado todos estos fármacos que en realidad no llegan muy bien al cerebro. Es difícil que los fármacos atraviesen la barrera hematoencefálica", dijo Barbara Slusher, profesora y directora en Johns Hopkins. 

Décadas de investigación produjeron fármacos dirigidos a la enzima, pero no una forma de administrarlos realmente al cerebro.

"Pero casi al mismo tiempo, había un grupo de científicos que trabajaban en gastroenterología que descubrieron que esta misma enzima, que habíamos estado estudiando en el cerebro, aumenta mucho si se tiene enfermedad inflamatoria intestinal", comentó Barbara Slusher. 

El equipo de especialistas se dio cuenta de que los fármacos no penetraban en el cerebro, pero que probablemente funcionarían en el intestino. Según especialistas, son buenas noticias porque los fármacos existentes para la I-B-D no ayudan al 30 por ciento de los pacientes.

"Se los dimos a animales que padecían un síndrome de EII y comprobamos que sus síntomas mejoraban", indicó Barbara Slusher. 

Esto abrió la puerta a la inhibición de la G-C-P-2 en el intestino mediante medicación oral.

"Así que tomamos estos potentes fármacos que habíamos fabricado y que no podíamos hacer llegar al cerebro, los pusimos por vía oral y llegaron al intestino", agregó Barbara Slusher. 

Se ha demostrado que el fármaco funciona en múltiples modelos animales, por lo que el profesor Slusher y sus equipos están en proceso de establecer ensayos clínicos y formación de empresas, preparándose para salir al mercado.